jueves, 8 de octubre de 2009

¿Un Computador en tu Cabeza?

Basado en el texto del Dr. Eric H. Chudler Publicado originalmente en la revista ODYSSEY, Marzo de 2001, Cobblestone Publishing Co.

Por Leonardo Lozano Clavijo. Psicólogo. Bogota, Colombia. 2009.

¿Por qué las personas suelen decir que el cerebro se parece a un computador?, pensemos en las posibles razones para tal discernimiento.

Tanto el cerebro como los computadores funcionan con energía. El computador necesita de una conexión directa o unas baterías, el cerebro solo requiere de la glucosa que se le pueda suministrar, aunque la dieta específica de cada persona aporta nutrientes vitales para el funcionamiento cerebral. Los dos, emplean señales eléctricas para transmitir información. Los computadores envían señales eléctricas a través de cables para controlar los periféricos. El cerebro también envía señales eléctricas, pero las envía a través de células nerviosas, llamadas neuronas. El computador tiene botón de encendido y apagado, mientras que el cerebro está en “ON” todo el tiempo.

Ambos pueden almacenar recuerdos (los computadores en chips, discos y CD-ROMs, y el cerebro en circuitos neuronales). Ambos pueden ser modificados para realizar nuevas tareas. En los computadores se puede instalar nuevo hardware y software para agregar memoria y programas adicionales. El cerebro experimenta continuos cambios y puede aprender nuevas cosas, ¡incluso puede hacer reconexiones a sí mismo si lo requiere!

Podríamos mencionar otras similitudes, pero la principal diferencia radica en al conciencia. En esa propia experiencia del “Si Mismo”, en la riqueza que le da a cada ser humano el sentirse diferente, único e irrepetible. Una sutil diferencia que nos cambia totalmente la proporción de lo que significa ser Humano, de los que significa ser padre o madre y de lo que significa ser niño.

Usted amigo lector, se preguntara por que hacer referencia a un texto que muestra que tan semejante puede ser una aglomeración de células que caracterizan a la humanidad, en comparación con un elemento inanimado y creado por el hombre. ¡Pues bien! Pensemos en aquellos pequeños cerebritos que están creciendo y madurando. Los adultos damos por hecho que los procesos de aprendizaje, se dan por impregnación (como una partícula de polvo que se pega a la ropa). Asumimos que lo que aprendimos llego a nosotros rápidamente (de forma positiva, constructiva o cruel), y por tal razón, debemos exigir a los niños que estén dispuestos a dejar que sus experiencias de vida se conviertan en una partícula de polvo que fácilmente se deje pegar.

¡Que lejos estamos de la realidad!, cuantos años de constantes aprendizajes, condicionamientos, regaños, análisis de situaciones nos permiten hablar con propiedad de la experiencia que nos caracteriza. Ese tiempo es vital para comprender los procesos que se tienen que dar en un niño. ¿Se ha preguntado por qué el cerebro humano tarda 18 años en alcanzar su madurez?, ¿Por qué el de un chimpancé tarda solamente dos?

Es hora de volver a humanizar el aprendizaje de nuestros niños. A un computador se le cambia un componente y listo. Al niño hay que proveerlo de nuevas experiencias, ricas en valores, fuertes en recursos neuropedagogicos. Es hora de volver a comprender que la mejor etapa de la vida, es la que toma en serio el Juego y el Afecto para aprender. El cerebro se da su tiempo para madurar, es como una planta que requiere de agua y tierra fértil. EL cerebro necesita de amor y constancia en las actividades que le permitan aprender nuevas cosas. Sin embargo ¡Pilas!, las cosas toman tiempo y esos aprendizajes se dan en un de un momento a otro, a una planta recién sembrada no le podemos pedir naranjas. A un niño que constantemente repite lo que pasa, analiza las situaciones, se le dan argumentos, con el tiempo interiorizará los valores y será lo que esperamos de él.

Si usted está interesado en ser el “Coach neuropedagógico” de sus hijos o los niños que tiene cerca, empiece a jugar con ellos, póngales retos que fortalezcan su mente y les den constancia. Trátelos bien, motívelos a no rendirse y dígales que lo hicieron bien, aunque lo tenga que repetir cien veces. Dígales que valen la pena y se tienen que esforzar. Exija por favor que usen su memoria (lo que no se usa en el cuerpo humano tiende a desaparecer).

Estamos en una época que nos pide a nosotros como padres y como profesionales de la salud mental a continuar aportando a los niños y a sus familias. “No basta solo con intentar, hay que perseverar y lograr”.

Todos tenemos como lograrlo. Ni se imagina usted de todo lo que puede hacer en casa.

Consulte Gimnasia Mental o Comuníquese con nosotros.

psylandcorp@gmail.com

Leonardo Lozano Clavijo

Psicólogo.



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